Uno de los tesoros que guarda el cielo para aquellos que tienen un telescopio de medianas dimensiones son las nebulosas. Muchas de estas están formadas por gas arrojado por estrellas, al término o en algunos momentos críticos de sus vidas.
William Herschel, notable astrónomo de finales del siglo XVIII, fue muy probablemente el primer entusiasta de las nebulosas. En 1781 recibió una copia del catálogo de Messier*, el cual contenía objetos nebulosos con posición fija en el cielo, los cuales no debían ser confundidos con cometas. Herschel empezó a observarlos y, habiendo distinguido estrellas individuales en algunos de ellos, prematuramente concluyó que todas las nebulosas eran cúmulos (agrupaciones) de estrellas. El mismo Herschel se dio cuenta que algo estaba mal al estudiar con mas detalle las nebulosas que él había denominado "planetarias", al relacionar su apariencia frecuentemente circular con los discos de los planetas. El 13 de noviembre de 1790 se topó con una nebulosa planetaria en la constelación de Tauro en la cual se distinguía claramente una estrella en su centro. Herschel quedó fascinado con el descubrimiento, concluyendo que se trataba de una estrella con una atmósfera débilmente luminosa. La posición de la estrella, exactamente en el centro de la nebulosa, y la forma de esta, no dejaba lugar a dudas en cuanto a la asociación entre ambos objetos. Herschel había encontrado una nebulosa que no era un cúmulo de estrellas, sino una nube de gas.
Se dan en el caso de estrellas de tamaño medio, con una masa entre una y ocho masas solares, y el objeto remanente termina por convertirse en una estrella enana blanca. Antes de convertirse en enana blanca, la estrella gigante roja pasa por etapas de inestabilidad en las que expulsa cantidades apreciables de masa a velocidades de unos veinte kilómetros por segundo.
El destino del Sol es el convertirse en nebulosa planetaria y terminar sus días como una enana blanca. Dentro de cinco mil millones de años el Sol agotará su reserva de hidrógeno y se convertirá en una estrella gigante roja, expandiéndose mas allá de la órbita de la Tierra. Algunos cientos de millones de años después arrojará cerca de la mitad de su masa, y desde sistemas estelares lejanos podrá observarse una espectacular nebulosa planetaria en lo que antes era el sistema solar.
Los distintos colores representan temperaturas: azul , más caliente y rojo, más fría. Tambien se distinguen algunas estructuras filamentosas: se trata de nubes de polvo ricas en carbono
El catálogo Messier reúne los objetos más vistosos de nuestro firmamento, y aunque quizás no están todos los que son, sin duda lo son todos los que están, por lo que tradicionalmente ha resultado muy útil para los aficionados que querían descubrir las maravillas que esconden nuestros cielos.
http://www.inaoep.mx/~rincon/planetarias.html
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